Siempre hemos dicho que la comunicación es importante. Y hasta nos gusta recorrer a Aristóteles para señalar que aquello que caracteriza al ser humano es la sociabilidad. Pero aún así, cuando se ha iniciado -sólo iniciado- la posibilidad de estar permanentemente comunicados, se encienden las señales de alarma. Allá donde crece el peligro, dijo Hölderlin, crece también aquello que nos salva. ¿O quizás tendríamos que decir que allá donde crece lo que nos salva crece también el peligro? ¿Qué reflexiones se pueden hacer, desde la ética, de la utilización de las redes sociales en el mundo de la enseñanza?